Desde las faldas de la colina Basatxu,
del monte Anoretza; en el camino de La Siebe,
que comunica los pequeños caseríos de sus
laderas; desde el linde del polígono de
La Paz, de bello nombre; del populoso barrio
de Cruces, de la gran ciudad de Baracaldo.
Nuestro Instituto es un buen observatorio
de la antaño industriosa margen izquierda
de la ría del Nervión, hogaño la mayor concentración
de servicios de Euskadi; vigía del valle
del Regato, mirador de Kareaga y la vega
de Ansio; centinela, junto al monte Argalario,
de una comarca con su futuro recuperado.
Muchos de sus habitantes nacieron
a pocos centenares de metros,
en el Hospital de Cruces, se
formaron en nuestras paredes,
teniendo siempre bajo su mirada
la ciudad y la naturaleza, y
levantaron una comarca que pareció
un día no saber reaccionar a
su decadencia.
|
Aunque sólo una
pequeña parte de esta gran empresa
colectiva fuera imputable a
nuestro esfuerzo educativo,
nadie nos puede quitar ya la
satisfacción por un trabajo
desarrollado con inmensa ilusión
durante los peores años de la
crisis, ni nuestro orgullo por
haber participado en una regeneración
hoy en curso. Y, como estamos
en plena faena, y como miramos
al futuro, seguimos empeñados
en nuestro oficio: formar personas
Personas para el progreso Modelar
la sustancia humana del porvenir
|
|
|